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Sección de Estudios
Este lugar es para que puedas profundizar en la Palabra de Dios.

¿Quién soy?

Resulta significativo que los primeros astronautas, mientras eran preparados para sus vuelos a la luna, debieron dar veinte respuestas a la pregunta: "¿Quién es usted?"

Y es que el asunto de la identidad es un intrincado problema aun para los adultos. ¿Cuánto más no lo será entre los jóvenes? Desde que nos asomamos al mundo de los grandes hemos tratado de resolver este asunto. Y la primera cosa a la cual echamos mano es a buscar héroes a los cuales imitar.

Desconcertados ante la incógnita de nuestro propio yo, procuramos cubrirnos con trocitos arrancados de otras personalidades que nos resultan atractivas. Es como armar un puzzle con piezas de puzzles diferentes. Por supuesto, es bastante difícil que resulte de ello algo coherente. Es así cómo muchas personas, siendo aún mayores, nunca han logrado armar una personalidad real. Es como si viviesen con rasgos, ideas y propósitos prestados, y, a veces, incoherentes.

Amado joven creyente: ¿Quién eres tú, realmente?. Un hombre de Dios ha dicho: "Tú eres tres personas: Aquella que crees ser; aquella que otros piensan que eres; y aquella que Dios sabe que eres y que podrás ser por medio de Cristo".

LO QUE CREES SER

Lo más probable es que la imagen que tienes de ti mismo sea huidiza y cambiante. Ni tú mismo sabes qué y cómo eres. Y, además, no estás conforme con ella. Puede ser que en un momento estés relativamente conforme contigo, y luego, caes en el desánimo por largo tiempo.

El no estar conforme contigo mismo puede llevarte a momentos de gran depresión. Crees no estar a la altura de lo que esperan  de ti, sientes que no eres digno de ser amado, y de hecho crees que no lo eres.Vienen argumentos a tu corazón que dicen que todo cuanto hagas será inútil, que no habrá una nueva oportunidad para ti, que tu problema no tiene solución. Oh, ¿quién podrá ayudarte?

LO QUE OTROS PIENSAN QUE ERES

Muy pronto te das cuenta que hay una disociación entre lo que crees ser y lo que otros piensan que eres. Así, surge la necesidad de ajustar ambas imágenes, cediendo del ser al parecer ser, o bien, buscando imponer a los demás claramente lo que crees ser.

A veces la imagen que proyectas te sirve de escudo, cuando de verdad sabes que no eres ni tan fuerte, ni tan inteligente, ni tan noble. Pero a veces ocurre lo contrario, la imagen que proyectas va en desmedro de lo que crees ser realmente. Y entonces luchas por mostrar quién realmente eres o crees ser. Sientes, o bien, que eres conceptuado muy positivamente o, al revés, que eres objeto de una tremenda injusticia.

También te darás cuenta de que esa imagen que proyectas está grandemente determinada por tu cuerpo, a veces muy a tu pesar. Como que te dan ganas de que haber tenido otro cuerpo, más afín a como tú crees que eres. Y tratas de introducir en tu cuerpo las modificaciones (aunque sea disfrazándolo) necesarias para alcanzar tu objeto.

LO QUE DIOS SABE QUE ERES Y QUE PODRÁS SER POR MEDIO DE CRISTO

Ante Dios y para Dios eres realmente lo que eres. No caben aquí falsificaciones ni hipocresías, no hay imágenes impostadas. Nada aquí es aparente; todo es real.

¿Y qué eres para Dios? Como ya has sido alcanzado por la luz de Dios, sabes perfectamente quién eres, porque Dios te lo ha mostrado por su Palabra. Tú eres un pecador, ni mejor ni peor que todos los hombres. Eres hijo de Adán, y como tal, estás destinado a la condenación. No hay mérito en ti; eres un pecador perdido. ¿Quién podrá salvarte? Tú sabes que en ti no mora el bien, que todo tu ser está inclinado al pecado. ¡Oh, qué oscuro panorama, qué desoladora realidad!

Pero eso no es todo. Dios sabe que tú has recibido a Jesucristo en el corazón. Que, reconociendo tu irreparable pecaminosidad, te has acogido a la gracia de Dios en Cristo Jesús. Entonces, ahora, la justicia de Jesucristo viene a ser tuya por la fe. Y Dios ya no te ve en ti mismo, bajo condenación eterna, sino en la bendita posición de hijo de Dios, salvo para siempre.

Así que, en ti hay una doble realidad. Hay algo que todavía conservas de tu antigua estirpe: tu alma con inclinaciones al mal, y tu cuerpo de humillación, que muestra las flaquezas de la destitución anterior. Pero también llevas mucho de la nueva creación: Un nuevo corazón, un espíritu nuevo dentro de ti, y el mismo Espíritu de Dios, que habita en él. De manera que eres, por un lado, un vaso de barro, frágil; pero, por otro, eres un magnífico tesoro dentro de ese vaso.

Esto es lo que eres hoy para Dios. Sin embargo, hay algo más. Hay algo que tú puedes llegar a ser por medio de Cristo. ¿Qué es? Dios desea que tú llegues a ser en todo semejante al Señor Jesús. ¡Qué tremendo objetivo! Para lograrlo, Dios te trata como un Padre trata a sus hijos, es decir, amándote y sometiéndote a su disciplina, para que participes de su santidad.

En tanto, el Espíritu Santo hace un doble trabajo en ti. Por un lado, está restando cosas de ti y, por otro, está agregando la vida y el carácter de Cristo. ¿Cómo lo hace? Él dispone todas las circunstancias de tu vida para que, por medio de ellas -especialmente por medio de tus sufrimientos- este bendito carácter de Cristo se vaya plasmando en ti. De modo que, en algún tiempo más, seas más y más Cristo y menos Adán.

¿No es maravilloso? Lo que eres para Dios es ¡un pecador salvado y regenerado! Lo que puedes llegar a ser es ¡nada menos que semejante a Cristo! Después de conocer estas cosas, creo que nunca más caerás en el hoyo de la depresión, ni te verás jamás desamparado. Dios te ama, y te lo demuestra claramente cada día.

***



¿Cómo estar contento conmigo mismo?

"Cómo estar contento conmigo mismo si soy tímido, y me cuesta hablar con la gente?"

Tal pudiera ser el argumento de todos los jóvenes. Incluso de los jóvenes cristianos.

La pubertad y la adolescencia es la edad de los cambios y de los mayores conflictos. El remanso de la niñez se rompe con la violencia de una cascada en los albores de la segunda década de vida.

El joven se siente extraño en su propio cuerpo. Los movimientos le resultan torpes, y las reacciones, inesperadas. Las emociones se desgranan; los sentimientos, desconciertan; los pensamientos vuelan lejos; la voluntad se abre en mil posibilidades que lo sumen, muchas veces, en la irresolución. Los padres, y aún él mismo, se exigen más; pero las responsabilidades entregadas no siempre van acordes con su capacidad de responder a ellas. Por lo tanto, hay fracasos.

También hay falta de discernimiento y propensión a ser engañado. Fácilmente pueden construir castillos en el aire, que fácilmente también caen.

¿Qué decir de la apariencia? No hay adolescente que se sienta conforme con ella. Cada nuevo rasgo que se perfila parece ser una deformación de sí mismo, y cuesta mucho disimularlo.

Pero entonces, ¿cómo puede el adolescente cristiano estar contento consigo mismo? ¿O es que tendrá que arrastrar el mismo sinsabor que los demás?

DIOS TE FORMÓ EN LAS ENTRAÑAS DE TU MADRE

David le dice al Señor: "Tú me hiciste en el vientre de mi madre ... estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado ... Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas" (Salmo 139:13-16). David pudo ver que nada de lo suyo era extraño a Dios; antes bien, todas las cosas que conformaban su ser habían sido diseñadas por Él.

David alcanzó el conocimiento que puede hacer sabios a los hombres: el saber que Dios lo amó desde el principio y lo creó tal como era. Si una persona se ve a sí misma unida desde antes de su nacimiento al Dios de amor, entonces desaparecen muchas de las incertezas de su vida.

¿Puedes ver a Dios creándote en el vientre de tu madre, siguiendo "el pauteo" que estaba escrito en su libro, para cada rasgo tuyo? ¿Puedes ver a Dios decidiendo cómo sería cada rincón de tu alma y de tu cuerpo?… Aún lo más pequeño, incluso aquello que suele ser para ti objeto de vergüenza. En cada facultad de tu ser se esconde un designio de Dios, una razón de ser, algo que tiene una explicación en Dios.

Seguramente no estás conforme con tus defectos. Pero ¿y si Dios los hubiese dejado en ti para mostrar por medio de ellos su gracia, su amor, su paciencia? Tal vez, si no los tuvieras, querrías ir por las pasarelas del mundo, exhibiendo la riqueza de tu personalidad y la perfección de tu cuerpo, como hacen muchos, para perdición de sus almas. Teniéndolos, te acercas al Señor para hallar plena satisfacción en Él. Recuerda que fuimos creados para no hallar satisfacción plena sino en Dios.

Todas las cosas que fueron formadas en ti estaban escritas en el libro de Dios. ¿Cómo podrías ahora rebelarte contra aquello que Él decidió, en su amor, antes de la fundación del mundo para ti?

Por otro lado, Dios quiere que tú ames y honres a tus padres. Hay lazos que te unen a tus padres --no sólo espirituales-- sino aun síquicos y biológicos, que te ayudarán a amarlos. Al ver en ti mismo cómo los rasgos de ellos se van desplegando día tras día, año tras año, tendrás más motivos para amarlos. Porque, si bien tú eres diferente a todos los demás que pisan este planeta, en muchos aspectos ¡eres casi una réplica de tus progenitores! Es ese un vínculo que nunca se podrá romper.

Dios te ama tal como eres (con defectos y virtudes) ¿cómo podría no amarte, si Él te hizo así?

Dios te ama pese a lo que eres (tal vez con más defectos que virtudes). Ninguno de tus defectos puede sorprender al Señor. Antes bien, Él mismo quiere que los veas para que reconozcas cuánta necesidad tienes de Él.

Si asumes de verdad que Dios te formó y te ama profundamente, y que espera formar en ti a su precioso Hijo, que es el Hombre perfecto (Romanos 8:29), entonces habrás encontrado las mejores razones para estar contento contigo mismo.

***


 

¿Cómo vencer mis depresiones?

La depresión parece ser la enfermedad de moda hoy. Y parece que no está claro, desde el punto de vista médico, cuáles son sus causas. ¿Qué resortes escondidos gatillan las depresiones? ¿Qué puede hacer que los jóvenes creyentes las sufran?

En los jóvenes las depresiones suelen ser causadas porque se sienten permanentemente en deuda. Quiero decir, sientes que no estás a la altura de lo que los demás esperan de ti. Entonces te "bajoneas". Quisieras ser admirado, pero en cambio, te sientes menospreciado. Te parece que nadie te valora, que nadie reconoce el tesoro que eres tú, o que tienes dentro de ti.

Otras causas de depresión suelen ser la pérdida de algún ser amado, o el hecho de provenir de familias desajustadas. Esto es muy común. La depresión puede llegar a un extremo nocivo para el joven cuando llega a pensar que todo cuanto haga para superar sus problemas será inútil, que no hay esperanza de un mañana mejor.

Bueno, tú sabes que eso no es así. Los que amamos al Señor Jesucristo siempre tenemos  esperanza de un mañana mejor. El problema que enfrentas hoy no es más importante que tu vida. Nada que te suceda, por oscuro que lo veas, es más importante que tu vida, la cual está en las manos del Señor. Al contrario, aquello aparentemente malo que te sucede ayudará para que veas la mano de Dios socorriéndote. Los tremendos muros que a veces se alzan delante de ti, y que no te permiten avanzar, y que te deprimen tal vez ya no estén mañana. Y si están, el Señor te dará la fuerza para saltarlos.

La mejor solución es el amor

Creo que la mejor solución para la depresión es el amor: el amor de Cristo y el amor de los hermanos en la iglesia. Puede que no tengas una familia muy ordenada, pero tienes al Señor; puede que no tengas hermanos en tu casa con quienes compartir tus tristezas, pero tienes hermanos en la iglesia que podrán hacerlo. Una persona que se sabe amada tal como es, difícilmente caerá en la depresión.

En la casa de Dios experimentamos el amor del Padre, de su amado Hijo, y de nuestros muchos hermanos. En la casa de Dios el amor no es un eslogan, ni una receta psicológica, sino un pan que se come todos los días.

Algunas consejos prácticos

Sin embargo, en el terreno práctico, hay algunas cosas que debes considerar: Las depresiones suelen producirse porque te has propuesto metas muy altas, a las cuales no has podido llegar pese a tus esfuerzos. Pues bien, tal vez no sea el momento de proponerte esas metas. Te falta madurez hoy, pero mañana podrás lograrlo. Por lo pronto, fíjate metas más realistas. Nadie sube una montaña de una sola vez. Paso tras paso, lenta pero sostenidamente, tú puedes alcanzar las más altas cimas. Muchos de los fracasos de hoy son una preparación para los triunfos del mañana.

La Escritura dice: "Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas" (Eclesiastés 9:10). Tienes que ver cuáles son tus fuerzas, y no pretender más de lo que puedes hacer por ahora. También enseña la Palabra que no todos hemos recibido cinco talentos, algunos tenemos dos, o uno. Tal vez tú no hayas recibido cinco talentos. Si es así, Dios no te va a pedir cuenta por cinco, sino por los dos que recibiste. Es mejor ser fiel en lo poco que ser infiel en lo mucho.

Otra cosa importante es que tú busques la forma de servir a otros. El Señor enseñó que más bienaventurado era dar que recibir. (Hch. 20:35). Cuando tú das algo, recibes mucho más a cambio: la satisfacción, el gozo de ver que pudiste bendecir a otra persona. Dios se encargará de que tú seas suplido también en tus propias necesidades. En el acto de bendecir está la clave de tu propia bendición; en el acto de dar está la clave de tu propia abundancia.

El Señor dijo: "Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos." (Lc. 6:31). Esto significa que, antes que esperar que nos hagan el bien, nosotros hemos de adelantarnos a hacerlo. Lo que quisiéramos recibir, démoslo antes, y el Señor se encargará de que nosotros también lo tengamos.

Algunas veces puede suceder que el problema radique en que hemos cometido alguna falta más o menos grave, y no nos atrevemos a confesarlo. Entonces, se pone un peso en el corazón, y la carga se va haciendo cada vez más grande. Sentimos que Dios no nos va a perdonar, o que la persona a quien hemos ofendido (si es así el caso) tampoco. ¡Qué dilema! Y mientras tanto, nos vamos hundiendo.

¿Qué haremos? Simplemente, ¡confesar! Confesaremos a Dios, y nos acogeremos al poder de la preciosa sangre de Jesucristo. Pediremos fuerzas al Señor, y luego confesaremos a la persona afectada.

Estos son pasos necesarios que hay que dar para conservar la paz en el corazón, y para que las vías de comunión con Dios estén despejadas.

La depresión es una red que el diablo teje en torno a las personas (a veces ayudado por una tendencia natural a la melancolía), pero que el hijo de Dios puede romper gracias a la vida de Cristo que opera en él, y a la vida del Cuerpo, que es la iglesia.

Que el Señor bendiga a todos los jóvenes creyentes, y les dé la gracia de experimentar el poder sanador de su precioso Nombre.

***


 

¿Cuánta televisión debo ver?

La Biblia dice: "Todo me les lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica." (1ª Cor.10:23). En otro lugar dice: "Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna." (1ª Cor.6:12).

En Cristo tenemos libertad, pero esa libertad tiene ciertos límites. Aquí en estos versículos podemos ver cuáles son esos límites.

Dice: "Pero no todo edifica"; y luego "No todas (las cosas) convienen" ... "Mas yo no me dejaré dominar de ninguna." La televisión no siempre edifica, no siempre conviene, y lo que, tal vez, es más importante, ella no debe llegar a dominarnos.

Hay cosas en la T.V. que pueden, sin duda, ser de ayuda. Sea para el colegio, como conocimiento general, sea como información. Sin embargo, la mayor parte de la programación televisiva no pretende entregar información o cultura, sino, simplemente, entretener.

La necesidad de recreación tiene su lugar en toda persona, pero ¿qué tipo de entretención entrega la T.V.? Sus programas interactivos son insulsos, sus temas, normalmente banales, referidos al submundo de las "estrellas" del espectáculo. ¿Qué edifica eso, qué conveniencia tiene eso para un hijo de Dios? Allí se dejan ver las formas de vida de esas personas, destituidas de toda moral; ellos viven la vanidad, el tráfago de una vida liviana, ellas forman parte de un ‘show’ que "vende".

La programación de la T.V. ha perdido una orientación seria. Los programadores no tienen en mente principios dignos de alabanza, sino simplemente el ‘rating’. Es decir, lo que la gente pide. La programación obedece a los dictados de los televidentes. Sabemos lo que el mundo quiere, cuáles son sus grandes dramas, sus grandes vacíos. En definitiva son ellos, quienes, de acuerdo a sus nefastos criterios (o falta de ellos), programan la T.V. que hoy tenemos.

La T.V. puede transformarse en un vicio. Hay niños y jovencitos expuestos totalmente a su influjo. Ellos no tienen restricciones. El mensaje de la T.V. –sea abierto, sea subliminal– es completamente asimilado por sus mentes. Ellos pasan gran parte de su tiempo libre (es decir, de su vida) frente al televisor. En ese camino, ellos fueron escalando varias etapas. Primero fue la etapa de los dibujos animados, de la T.V. abierta, luego la del Cable, de los videos, etc. A medida que la edad avanza, los gustos cambian, y la truculencia y la inmundicia también.

¿Qué conviene a un joven cristiano? Tener control sobre sí mismo y sobre lo que ve en T.V. Proverbios 25:26 dice: "Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda." Tenemos que usar la rienda con respecto a nosotros mismos y lo que nos afecta.

De manera que –sintetizando– el principio número uno es: "No todo edifica"; el segundo es: "No todo conviene"; y el tercero es: "No me dejaré dominar."

Creo que, si podemos ver lo que es nocivo para nuestra mente, y para nuestro caminar con el Señor, y si decidimos en nuestro corazón apartarnos de ello, el Señor nos dará la gracia para hacerlo.


 

¿Cómo reconocer a los verdaderos amigos?

Proverbios 17:17 dice: "En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia." Esto nos señala una característica fundamental de un verdadero amigo: la fidelidad. "En todo tiempo ama el amigo".

La amistad –como todas las cosas verdaderas– no se halla en el mundo. O difícilmente. La amistad en el mundo suele sustentarse sobre intereses particulares, sobre conveniencias. La verdadera amistad, en cambio, es una confraternidad. Es decir, es la relación "de hermanos" que se produce entre personas sin parentesco de sangre.

Este es el "amor fraternal" que Pedro pone casi al final de la escalera de las virtudes cristianas (2 Ped.1:5-7). Es el amor de hermanos que da su característica a la iglesia de Filadelfia.

Ahora bien, una de las características de este amor es su fidelidad. Este amigo no te abandona en el día malo, o cuando tú ya no eres próspero. No te desconoce cuando has perdido tu buena posición económica. Al contrario, este amigo fiel te levanta cuando has caído, y te socorre en la aflicción. "Es como un hermano en tiempo de angustia." Precisamente es en el dolor es cuando la amistad es probada. Si es verdadera, el tal amigo será más noble, más desinteresado, y más generoso precisamente en ese momento.

Otros rasgo que caracteriza al verdadero amigo está dado en Proverbios 27:6: "Más se puede confiar en el amigo que hiere que en el enemigo que besa" (Versión Popular). El verdadero amigo "hiere". ¿Qué significa eso? Que el verdadero amigo nos dirá la verdad aunque nos duela. Nos sacará de nuestro engaño, nos derribará de nuestras presunciones, pondrá una nota de cordura en nuestros momentos de necedad. El verdadero amigo se expone, incluso, a ser incomprendido, pero por causa de que su amor es altruista y desinteresado, dirá la verdad, aunque duela.

Los falsos amigos nos adulan, nos palmotean la espalda, sólo con el fin de obtener algún provecho. Es preciso estar apercibidos contra tales artimañas, para no caer en el engaño.

El Señor Jesús es el mejor amigo del hombre. El dijo a los discípulos: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer" (1 Juan 15:15). El murió por todos los hombres, para salvarlos de la condenación eterna. Esa es la prueba de amor genuino. Pero, aun más allá, a sus íntimos, a los que le han recibido y le aman, Él los honra tremendamente al declararlos sus amigos. Estos deberían sólo conocerle como Señor, porque no olvidan su pequeñez, sin embargo, ellos saben en lo íntimo de su corazón que, si hacen su voluntad, pueden considerarle su amigo. ¿No es maravilloso?

Juan 13:1 dice: "Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin." Esta última frase puede traducirse también "hasta el extremo", o "hasta lo sumo").

El verdadero amigo ama hasta el fin, hasta lo sumo. ¿Qué significaba eso para el Señor Jesús? Amar a sus amigos hasta dar la vida por ellos. "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (Juan 15:13). Este es el verdadero amor fraternal. Teniendo este ejemplo sublime, podemos ver si calza con él cualquier otra forma de supuesto amor o amistad. Habiéndolo probado en nuestra propia vida, podremos distinguir claramente cuál es el la amistad verdadera, y cuál no lo es.

¿Cómo se cultiva una verdadera amistad?

Un cristiano ha de ser afable, amigable con todos los hombres. No sólo con los hermanos hemos de ser así, sino con todos los hombres.

Romanos 12:17 en adelante dice: "No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor ... No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."

Un hombre así, un cristiano que tiene esta actitud, podrá ser bien considerado aun en el mundo. Tendrá "buen testimonio de los de afuera" (1ª Tim.3:7). Un hombre de paz, que nunca responde con asperezas, que busca el bien de los demás será bien conceptuado en el mundo. Porque el mundo, aunque no ama a Cristo, ama el carácter de Cristo reflejado en un hombre. ¿Cuánto más entre amigos ha de ser así?

El amigo verdadero no exige perfección en el otro. Antes bien está dispuesto a cubrir la desnudez del amigo y a olvidar el agravio. Muchas veces nosotros hemos ofendido a nuestros amigos, así que debemos estar dispuestos a perdonar las ofensas. Muchas veces hemos hablado alguna palabra impropia contra nuestros amigos, así que debemos perdonar cuando algo se haya dicho mal de nosotros. (Ver Eclesiastés 7:21-22).

David y Jonatán

Tal vez el mejor ejemplo de amistad verdadera sea el de David y Jonatán. Veamos cómo fue eso.

1 Samuel 18:1-4 dice: "Aconteció que cuando él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo ... E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte."

La amistad de estos dos jóvenes es ejemplar. Apenas se conocieron, ellos unieron sus almas en un afecto entrañable. Jonatán se sacó sus atuendos de guerrero, y se los dio a David. Jonatán era un príncipe; a la sazón, David era un simple pastor. Este amor fraternal halló rápidamente una forma para expresarse.

Luego, en muchas otras ocasiones quedó demostrado el verdadero amor que se profesaban, especialmente cuando Jonatán salvó a David de la furia de su padre Saúl. Su amistad no halló ocasión propicia para cultivarse, porque corrían en ese tiempo vientos de guerra, de venganza y de muerte. No obstante, Jonatán "amó a David como a sí mismo."

David es, aquí, un tipo del Señor Jesucristo. Él se tan digno de ser amado, su carácter es tan dulce, que basta con verle una vez, y ya el corazón queda prendado de Él.

La conducta de Jonatán no es muy típica. En el mundo no ocurre así. Sin embargo, como tipo refleja una gloriosa realidad: toda vez que un Jonatán conoce a nuestro excelente David, le ama de inmediato, y le ofrece públicas demostraciones de ese amor. Cristo es digno de ser amado, y de que por causa de él, menospreciemos las amenazas de nuestro padre en la carne y le amemos.

La amistad verdadera es una hermandad que se sostiene teniendo a Cristo como fundamento. Esta amistad es un regalo de Dios para el creyente.

¿Qué haremos con "los de afuera"? Con "los de afuera" tendremos la actitud afable, amigable. Buscaremos la paz con todos, y le mostraremos el dulce aroma de la vida de Cristo. Que así sea, para la gloria de Dios.


¿Cómo reconocer el amor verdadero?

Para conocer las características del amor verdadero, vamos a ver la diferencia entre lo que es la pasión y el amor. Entre lo que es el amor carnal y el amor espiritual.

La pasión.
La llama de un deseo pasajero

Jueces 14. Desde el cap. 13 en adelante se nos habla de Sansón, uno de los jueces de Israel, conocido por su fortaleza física, por su gran vigor.

Episodio Nº 1: "Amor a primera vista"

Dice en 14:1: "Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos. Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer. Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada." (La Biblia de Jerusalén traduce así esta última frase: "porque esa es la que me gusta".) El verso 5 dice que Sansón descendió con su padre y su madre a Timnat.

Aquí tenemos a un hombre que se enamora como decimos comúnmente "a primera vista" de una mujer. Ella era filistea, es decir, pertenecía a un pueblo pagano. Los padres de Sansón intentaron disuadirlo, pero no lo lograron. Él insistió: "Esa es la que me gusta." Sus padres no tuvieron la suficiente fuerza como para resistir la decisión de Sansón. Finalmente, ocurrió que Sansón se casó con esta mujer.

Sin embargo, la relación terminó tristemente, por causa de que Sansón se sintió burlado, al plantear un enigma en el banquete de bodas, que fue respondido por los invitados. Entonces él mató a unas personas para cumplir con la apuesta, y se fue "encendido en enojo" (v.19) a la casa de su padre. "Y la mujer de Sansón fue dada al compañero , al cual él había tratado como su amigo." (v.20).

¿Qué tenemos aquí? Un enamoramiento inmediato y fugaz. Una mujer que "entra" por los ojos de Sansón, y que lo cautiva. Luego él fuerza la voluntad paterna, transgrede las leyes del Señor al tomar una mujer extranjera, y termina en un fracaso terrible, en una tremenda desilusión. Incluso, con el homicidio de varias personas.

Episodio Nº 2 "La pasión de un momento"

Pero, sigamos. Capítulo 16. "Fue Sansón a Gaza y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella" (Es decir, "tuvo relaciones sexuales con ella"). Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda a aquella noche a la puerta de la ciudad (porque todos los enemigos de Sansón querían capturarlo); y estuvieron callados toda aquella noche (mientras Sansón estaba con la mujer), diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos. Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón." (vv.1-3)

Sansón juega con su fuerza. Se burla de sus enemigos. Coquetea con la mujer. Y cae luego bajo sus seducciones. Llevamos dos mujeres en la vida de Sansón, en un corto tiempo.

Episodio Nº 3: "En las redes de una mujer astuta"

Vers.4.: "Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila."

Sansón y Dalila. Todo el mundo sabe de esta pareja. Ella ha dado tema para películas, libros, canciones y para muchas historias. Ella también era filistea. Y Sansón se enamoró de ella. Dice la Escritura que esta mujer en realidad no sentía nada por él; al contrario, ella fue usada por los enemigos de Sansón para tratar de obtener información acerca de dónde provenía su fuerza descomunal, y cómo podrían derrotarle.

Desde el principio, Dalila comenzó a importunarle, diciéndole: "Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado." Sansón contestó varias cosas, ellos hicieron varios intentos por cazarlo, pero dice en el v. 16: "Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues todo su corazón, y le dijo: "Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres."

En ese momento se produce la caída de Sansón. Tanto le importuna la mujer, tanto se ha dejado seducir por esta mujer astuta, que finalmente la da a conocer el secreto de su fuerza, que era un secreto entre él y Dios. Descubrió todo su corazón delante de una mujer incircuncisa, y entonces él se quedó dormido en las rodillas de ella, y ella le cortó su cabello. Se le fue la fuerza, vinieron los enemigos, lo capturaron y tuvieron a Sansón dando vueltas en un molino como un animal de carga, en forma vergonzosa.

Sansón es, tal vez, el personaje de la Biblia que mejor ilustra lo que es el amor pasional. El amor a primera vista, o enamoramiento. Lo que es un sentimiento fugaz, que no tiene ninguna estabilidad.

Sansón era un hombre dotado, capaz, lleno de poder, lleno de recursos espirituales. Pero él los ofreció a cambio de una pasión con tres mujeres.

El final de Sansón es triste. ¿Cuál fue su gran problema? El era un hombre sensual, un hombre apasionado, que vivía por los deseos, impulsos y apetitos del alma.

Tengamos en cuenta su ejemplo, porque nos va a servir más adelante.

Amnón y Tamar: "Cómo el "amor" se convierte en odio"

Avancemos ahora un poco más en la Escritura. 2 de Samuel cap. 13.

Vamos a ver la historia de dos hijos del rey David. Como ustedes saben, los reyes en Israel tenían muchas esposas, y estos dos jóvenes: Amón –el varón– y Tamar –su hermana– eran hijos de David, pero de distintas mamás, de modo que eran medio hermanos.

Tamar era una muchacha hermosa. Dice en el verso 2: "Y estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna." Amnón se enamoró de su hermana con tanta fuerza, con un fuego tan avasallador, que estaba angustiado hasta enfermarse por ella.

¿Qué tipo de amor era éste? En la última frase de este versículo se nos revela qué clase de amor era: "Por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna." Su intención no era amarla de verdad, sino "hacerle algo". Nosotros sabemos a qué se refiere eso.

Amnón estaba enfermo de amor. Luego, un amigo de él, cuando lo vio tan triste, le dijo: "Mira, yo te tengo la solución. Haz lo siguiente: declárate enfermo. El rey, tu padre, te vendrá a ver, y tú le dirás que deseas que tu hermana Tamar te venga a ver y te prepare algo para comer."

Tratándose de que eran hermanos, iba a ser todo muy normal. El plan se cumplió a la perfección. El rey vino a verlo. Amnón le hizo la petición. Éste mandó a Tamar para que viniera a prepararle algo para comer – un plato favorito de él, y en un momento, cuando ella le llevaba en la sartén lo que le había preparado, él no quiso comer. "Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí a todos. Y todos salieron de allí. ¿Quiénes eran esos "todos"? Los servidores. Recordemos que él era un príncipe. Entonces Amnón dijo a Tamar: "Trae la comida a la alcoba para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba. Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió de ella (la tomó), y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo. (La intención era evidente). Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza. Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego, pues, ahora, que hables al rey, que él no me negará a ti. (Ella le sugiere que la pida al rey, pero, se entiende, como esposa. En esos tiempos, existían matrimonios con cierto parentesco, de modo que podía él llegar a tenerla como esposa si la pretendía). Mas él no la quiso oír (¿por qué? Porque no la quería como esposa, no la amaba de verdad), sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella.

Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete. (¡Qué palabras duras!) Y ella le respondió: No hay razón; mayor mal es este de arrojarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oír, sino que llamando a su criado que le servía, le dijo: Échame a ésta fuera de aquí (Era su hermana, pero usa la palabra "ésta", que suele usarse para indicar a una mujer de baja condición), y cierra tras ella la puerta. Y llevaba ella un vestido de diversos colores, traje que vestían las hijas vírgenes de los reyes (era una princesa). Su criado, pues, la echó fuera, y cerró la puerta tras ella. Entonces Tamar tomó ceniza (que era la forma en que los judíos expresaban un gran dolor) y la esparció sobre su cabeza, y rasgó la ropa de colores de que estaba vestida, y puesta su mano sobre su cabeza, se fue gritando.

"Y le dijo su hermano Absalón (éste era hermano de padre y madre): ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía; tu hermano es; no se angustie tu corazón por esto (él habla así porque trata de consolarla, aunque estaba airado con Amnón). Y se quedó Tamar desconsolada en casa de Absalón su hermano. Y luego que el rey David oyó todo esto, se enojó mucho. Mas Absalón no habló con Amnón ni malo ni bueno; aunque Absalón aborrecía a Amnón, porque había forzado a Tamar su hermana."

Ustedes saben lo que pasó luego. Desde ese día, Absalón empezó a tramar la muerte de su hermano Amnón, y finalmente lo hizo matar. Y el rey no sólo tuvo una hija deshonrada, y un hijo vil, sino que tuvo un hijo muerto, y a otro hijo fugitivo de la justicia.

¿Cómo fue provocado todo esto? ¿Por el amor? ¿Fue eso amor? No, eso fue una pasión. Este es el "amor alternativo" que ofrece la carne, y el mundo hoy en día. Este es el amor que está en boca de todos. Que aparece hoy y desaparece mañana. Que envuelve el corazón del hombre como una red hasta hacerlo enfermarse.

Y pensar que ese es el amor que, cuando una persona lo siente, piensa que es el amor de su vida, y que después de esta persona (que lo inspira) no habrá ninguna otra, no puede haberla, en todo el universo. Sin embargo, muchas veces, después de conseguido el objetivo, que es saciar los apetitos, se transforma en el odio más profundo, en el rechazo más absoluto.

Aunque tú no hubieras leído nunca antes esta historia, ¿no esto lo que suele verse todos los días? La Biblia no es un libro anticuado. Está muy vigente.

El amor verdadero.

Ahora, permítenos mostrarte un poco el otro lado. Asomémonos un poco al amor genuino.

Confiando en la elección de Dios

Vamos a ir a Génesis 24. Este es, tal vez, uno de los capítulos más preciosos de toda la Biblia. Iremos resumiendo y leyendo algunos versículos.

Isaac es el hijo único de su padre Abraham. Es el heredero de todos los bienes. Es un muchacho dichoso y bienaventurado. Lo tiene todo sin haber hecho nada. Hijo único. Su padre ve que es el tiempo de que su hijo de case. Entonces, envía por el más importante de sus criados, el administrador de todos sus bienes, y le dice: "Mira, yo no quiero que mi hijo se case con una mujer de nuestro vecindario, porque esta gente es impía e idólatra. Yo quiero que vayas a la casa de donde yo salí, allá lejos, cientos de kilómetros; toma regalos, camellos, y alimento para muchos días. Búscate acompañantes, haz una caravana, y anda, trae una mujer para mi hijo. Y el criado fue.

Iba temblando en su corazón por la tremenda responsabilidad. Él no podía fallarle ni a su amo mayor, ni a su amo pequeño: el joven Isaac. Él iba orando. Seguramente no dormía bien en esas noches a la intemperie, pidiendo a Dios que lo dirigiera. Y cuando iba llegando al lugar, ora así: "Señor, por amor a tu siervo Abraham, permite que cuando yo llegue a ese lugar, me encuentre así como por azar con la mujer que tú has destinado como esposa para mi amo pequeño."

Vers. 15: "Y aconteció que antes que él acabase de hablar (de hacer esta petición a Dios), he aquí Rebeca, que había nacido a Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro. Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía."

El criado, al orar a Dios, había puesto también una señal. Él había dicho: "A la primera joven que yo encuentre, a la cual yo le pida de beber, y que no solamente me dé de beber a mí, sino también a los animales, que ésa sea." Entonces comienza a hacer la prueba. Le pide de beber. Y la muchacha, que no sólo era hermosa, sino que era también diligente, le da de beber a él, y también a los camellos. ¡Algo insólito! Una joven bien criada. Una joven rica le da de beber a los camellos. Eso no es algo normal. ¡Esa era la respuesta a una petición del criado! Luego él le pide que se identifique. ¡Era pariente de su amo Abraham!

Cuando él vio lo que estaba ocurriendo, dice (v. 26) que "el hombre entonces se inclinó, y adoró a Jehová." No pudo resistirlo. Estaba tan emocionado por lo que estaba viendo, que se inclina, cae en tierra y adora a Dios, porque Él había respondido su oración.

Entonces ella lo lleva a la casa, y él informa a la familia cuál es el motivo de su viaje. Entonces ellos, al conocer todas las cosas, le dicen al criado: "De Jehová ha salido esto; no podemos hablarte malo ni bueno. He aquí Rebeca delante de ti; tómala y vete, y sea mujer del hijo de tu Señor, como lo ha dicho Jehová."

Cuando el criado de Abraham oyó sus palabras, se inclinó en tierra ante Jehová. Y sacó el criado alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; también dio cosas preciosas a su hermano y a su madre. Y comieron y bebieron él y los varones que venían con él, y durmieron; y levantándose de mañana, dijo: Enviadme a mi Señor." Ya había cumplido su misión. Ahora se llevaba una esposa para su amo.

Entonces, el hermano y la madre de ella respondieron: "Espere la doncella con nosotros al menos diez días, y después irá." (No te la lleves de inmediato, queremos disfrutarla todavía un poco) . Entonces él les dijo: "Por favor no me detengan, yo quiero irme inmediatamente donde mi Señor". Entonces ellos respondieron: "Nosotros decimos que sí, tú dices que no. Zanjemos este asunto de la siguiente manera: llamémosla a ella, que ella decida. Si quiere irse contigo de inmediato, se van, sin no, se queda ella con nosotros diez días."

"Y llamaron a Rebeca, y le dijeron: ¿Irás tú con este varón? Y ella respondió: Sí, iré." (v.58).

El camino era de varios días. Seguramente el criado le iba contando a Rebeca cómo era su amo joven, y con cada cosa que él le decía, ella se iba enamorando más y más. Después de varios días, dice el versículo 62: "Y venía Isaac del pozo del Viviente-que-me-ve; porque él habitaba en el Neguev. Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde (Era un varón tranquilo: había salido a meditar. Su corazón estaba expectante. Su esposa aparecería en cualquier momento. ¡Cómo oraría él pidiéndole a Dios que el criado no se equivocara!); y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían.

Rebeca también alzó sus ojos, y vio a Isaac, y descendió del camello; porque había preguntado al criado: ¿Quién es este varón que viene por el campo hacia nosotros? Y el criado había respondido: Este es mi Señor. (¡este es mi Señor!) Ella entonces tomó el velo, y se cubrió. Entonces el criado contó a Isaac todo lo que había hecho. Y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara, y tomó a Rebeca por mujer, y la amó; y se consoló Isaac después de la muerte de su madre."

Notemos aquí algunos detalles importantes, que muestran un contraste con lo que ocurrió con Sansón. Dice la Escritura que Isaac estaba meditando en la tarde – había orado intensamente. El no conocía a su mujer. Otro la eligió por él. Él había confiado en que Dios escogería la mujer apropiada para él. Y luego, cuando se casaron, dice que "la amó". Así de simple. La amó.

Luego, al conocer el resto de la historia de Isaac, vemos que fue un matrimonio dichoso. Ellos tuvieron dos hijos, y nada perturbó la vida de ese matrimonio. En cambio cuando vemos a Sansón, ¿qué es lo que encontramos allí? Que él se enamora una y otra vez. "Se enamora". En cambio, Isaac, sin conocerla, y sólo confiando en Dios, "la amó".

Trasladémonos a nuestra realidad.Tal vez tú tengas la siguiente observación: "¡Ah, pero esos eran otros tiempos! Hoy no corresponde hacer así. Sería anticuado, ridículo que el padre de un joven le buscara esposa a su hijo; y más encima usara a una tercera persona para escogerla." Es cierto. Hoy no se estila así.

Pero ¿cuál es el principio que tenemos que sacar de esto? El principio es este: En realidad, la mujer de Isaac no la escogió el criado, ni Abraham ni Isaac. Estas tres personas que aparecen involucradas en el caso no tuvieron nada que ver, excepto comprobar la elección que Dios había hecho. ¡Dios la escogió!

Sansón nos demuestra que cuando entra una mujer por los ojos de un hombre y lo cautiva y se enamora con ese apasionamiento que en Amnón era una enfermedad, entonces su desenlace es trágico, porque Dios no está involucrado en eso. Allí no se tomó en cuenta a Dios.

La gran diferencia radica, pues, en si Dios está o no involucrado. Si la esposa (o el esposo) fue escogido por Dios, o si es sólo del agrado de los "los ojos" del que "se enamora".

Pero avancemos un poco más y veamos otro caso.

La dulce espera del amor

Génesis 29:20: "Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba".

Aquí el padre de la novia pone la siguiente condición: era necesario comprarla, así que él la compra con siete años de trabajo. Imaginémonos lo que son siete años. En siete años un joven estudiante de Medicina alcanza a completar toda su carrera. En siete años un muchacho se convierte en joven y un joven en adulto. Sin embargo, a Jacob "le parecieron como pocos días, porque la amaba".

¿Qué podemos sacar como conclusión de aquí? Tú sabes, los tiempos cambian, las costumbres cambian, pero los principios de Dios permanecen. ¿Cuál es el principio aquí? Que el amor genuino no varía, permanece, y que puede esperar. De tal manera que no hay tal cosa como un amor genuino y puro, que sea al mismo tiempo tan apasionado, tan avasallador que obligue a dos jóvenes a casarse ahora ya. No existe eso.

El amor genuino, el amor de Dios puede esperar todo el tiempo. Como es genuino no tiene el problema que tiene el oropel, que se corrompe y se oxida. El amor genuino es como el oro. No importa que esté al viento, y sujeto a todos cambios de temperatura, y a todas las circunstancias. Permanece igual. Ese es el principio.

Veamos un poco más acerca de este amor. Efesios 5:25: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella."

De todas las cosas grandes que se dicen en este versículo, vamos a rescatar una frase, la que dice "y se entregó a sí mismo por ella." El amor genuino no tiene todas las flechas y todas las direcciones enfocadas hacia el "yo", sino que todo apunta hacia el "tú". De tal manera que el amor posesivo, el amor sensualista que busca deleite, y que busca el ensalzamiento del ego, ese no es amor.

¡Pero hasta aquí no hemos dicho nada aún acerca del verdadero amor!

El origen y la naturaleza del verdadero amor

Por favor, vayamos a 1ª Corintios 13:4-7. "El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."

El amor verdadero no reside en el alma, sino en el espíritu. Si no estás familiarizados con los términos "alma" y "espíritu", vamos a explicar un poco. El alma es el lugar –intangible por supuesto– donde reside nuestra personalidad, donde está nuestra voluntad, nuestra inteligencia, y nuestros sentimientos y afectos. Estas son las tres grandes facultades del alma. Eso corresponde al yo, a mi manera de ser, a mi persona en particular. La gente que no conoce a Dios tiene dos partes en su ser que están funcionando: el alma y el cuerpo. Pero cuando una persona nace de nuevo, entonces revive su espíritu, que es donde viene a habitar el Espíritu de Dios.

Todas las personas del mundo, no importa si son hijos de Dios o no, tienen en su alma la facultad de amar, de odiar, de enojarse, de entristecerse, de tener sentimientos, emociones, y de tener una capacidad de decidir. El amor "pasional", este amor de Sansón, este amor de Amnón, es un amor que reside en esa parte: el alma.

En cambio, el amor espiritual, el amor de Isaac, o Rebeca, y el amor de Jacob, el amor de Cristo por la iglesia, el amor del que se habla aquí en 1ª Corintios 13 no procede del alma. No es un simple sentimiento; no es la simple emoción de sentirse agradado al lado de la persona a quien se ama. Es también una emoción, es también un sentimiento del espíritu, del ser interior que uno tiene adentro luego que uno ha conocido al Señor.

De manera que, aunque esto resulte fuerte, tenemos que decirlo: el verdadero amor no reposa en quien que no ha conocido a Dios. Simplemente, no lo conoce. Conoce un remedo, una imitación, una caricatura, una sombra. Algo que "parece", pero que no es.

¿Y sabes qué es lo que sostiene –en muchas parejas– el llamado amor que se tienen? Muchas veces es simplemente una confraternidad, una mutualidad, porque ambos se necesitan el uno al otro, porque les conviene estar juntos. Ambos sacan provecho el uno del otro. Pero ellos no conocen el verdadero amor.

Nosotros, como hijos de Dios tenemos por lo tanto, la opción de amar de verdad. El mundo no tiene opción. Ellos aman con el único amor que conocen, el sentimiento y la pasión del alma. Pero nosotros tenemos dos opciones: tenemos el amor del alma, que podemos sentir igual que ellos; y tenemos el amor como un fruto del espíritu que reposa en nuestro corazón, y que es de Dios.

El mundo exacerba esta clase de amor pasional, que se origina, no de adentro, del espíritu, sino que parte por los sentidos, por lo que tocas, por lo que hueles, por lo que oyes. La música lo exacerba, las caricias lo exacerban, la mirada lo exacerba. Y también la belleza exterior, que es el ropaje que lleva una persona.

El mundo no conoce las cosas de las que estamos hablando aquí. Pero desde hoy tú no sólo las tienes, sino que también las conoces. Tú tienen desde ahora una tremenda ventaja. Porque cuando comience a aflorar esa cosquillita allí después de mirar a un(a) joven atractivo (a), y después, cuando se le va el sueño en la noche pensando en él (o en ella), y sientas el deseo de estar juntos, como que estalla en el corazón una emoción profunda al estar a su lado, y todo lo que nosotros sabemos: el sudor de las manos, el temblor de las piernas.

Todo esto, amado joven, puedes sentirlo hoy, y desaparecer mañana. Y cuántas veces te ha pasado –nos ha pasado– que lo que hoy nos parece el amor más puro, más perfecto, al poco tiempo, no queda absolutamente nada de eso, o bien queda, en su lugar, un odio profundo, o una terrible decepción causada por el daño o por la traición del otro.

El amor de Amnón se transformó en un odio más grande que el amor que tenía antes. Y así suele ser. De tal manera, que hay una gran diferencia entre la pasión, que procede del alma, y el amor verdadero, que es espiritual.

La muerte que da paso a la vida

Algunos de nosotros, los cristianos que llevamos algún tiempo caminando, nos enamoramos, y nos casamos sin saber estas cosas. ¿Y sabes, hermano? Mira, te vamos a contar.

Llegó un momento en nuestra vida en que se produjo el necesario "traslado" de los afectos. El cambio de un ámbito al otro. Y no fue sin dolor. Llegó un momento en que ese amor del alma que sentíamos hacia nuestra esposa desapareció. Con los primeros problemas, con las dificultades, desapareció. Y hubiésemos terminado definitivamente separados, como muchas parejas en el mundo, porque ese amor desaparece. Es sólo un entusiasmo, una pasión que se sacia al poco tiempo, porque está muy dependiente también del sexo y la parte física.

Y después viene la rutina y todas las cosas propias de una pareja única. Entonces, en ese momento fue necesario que se produjera el cambio. Y desapareció el amor del alma. Pero en la aflicción y la angustia de ver la desaparición de un sentimiento tan amado y tan idealizado, el Señor, en su gracia, puso ese amor profundo, ese amor del espíritu. Ese amor que no cambia, y que no depende de los atractivos de la otra persona, ni de los méritos de la otra persona, sino depende de Dios que lo da. Es un amor que lo envuelve todo y que es capaz de amar aunque uno no sea amado. Y que es capaz de sobrellevar toda diferencia, y de perdonar todo lo que sea necesario perdonar. Creo que eso nos ha pasado a muchos de nosotros, de los que somos más viejos.

Pero tenemos la esperanza de que en nuestros amados hermanos jóvenes no sea necesario. Y que desde el comienzo, el amor que una su corazón con el de la persona a la cual Dios escogió, sea este amor profundo que no conoce mengua ni sombra alguna. Que así sea. Vamos a poner nuestra confianza en eso.

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Salmo Para Meditar  
  SALMO 23


1. JEHOVA es mi pastor; nada me faltará.

2. En lugares de delicados pastos me hará descansar: Junto a aguas de reposo me pastoreará.

3. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

4. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo: Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

5. Preparas mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores: Unges mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando.

6. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida: Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
 
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